Tatuaje de aniversario No. 12 |
12
años y no nos hemos casado, pero, ¿quién necesita estar casado para ser feliz
al lado de quien ama?
Nunca
tuvimos una luna de miel, pero, ¿quién necesita una? ¡cuando contigo todas las
lunas son miel!
Fíjate
que ya hemos hablado tanto de las casualidades de la vida, de nuestra
casualidad, de nuestra vida y no dejamos de sorprendernos; porque parece que
fue ayer cuando nos conocimos y parece que fue ayer cuando nos enamoramos y
parece que fue apenas ayer cuando nos entregamos uno al otro.
Un
viaje fascinante de intrincadas montañas, abismos, cruces peligrosos,
carreteras asfaltadas y amplias, pedregales, lodazales y senderos marañosos,
todos recorridos de la mano, juntos y sin renunciar a estarlo. Así ha sido
nuestra relación, un lugar bonito en el que disfrutamos estar, un hogar
hermoso, sin exigencias, pero, exigiéndonos cada día ser los mejores
compañeros, amigos y amantes.
12
años de puro amor, 12 febreros, 12 cumpleaños, 12 navidades, tiempo que parece una vida, que
a su vez parece un instante; recuerdos por montones, canciones, fotografías,
vídeos, caminatas, celebraciones, peleas y reconciliaciones, siempre juntos,
siempre unidos.
Descubrimos
la esencia de amar y ser amado, de vivir para ser felices. La construcción de
un hogar con una sólida base de amor, nos dotó de las fuerzas suficientes para
seguir adelante cada día. Hoy miro atrás en el tiempo y veo que te sigo amando
y aún más que antes, te deseo y solo tú enciendes mi fuego.
Nos
convertimos en un par de buenos y viejos amigos, un par de cómplices sin
remedio, aventureros del amor, locos del cariño y salvajes de la pasión.
Picardía en la mañana, a medio día, en la tarde o en la noche, nunca falta
entre los dos. Nos conectamos con el cuerpo, pero, lo sentimos en el alma.
La
gente pensará que somos idénticos, pero, ni se imaginan lo diferentes que
somos. Aprendimos a tolerarnos y convertimos nuestras diferencias en los puntos
de encuentro hacia nuevos mundos, donde exploramos juntos las delicias de la
innovación y el cambio.
Tú mi Reina y yo tu Cielo, tú mi cielo y yo tu Rey; uno el amor del otro y así nos
comunicamos; nos reímos mucho antes de dormir. Cada noche cuando nos
encontramos en nuestro lecho, disfrutamos de la hora más feliz del día, nuestra
hora, nuestro momento. Dormir abrazados es nuestro mejor descanso y al otro día
como dice la canción “amanecer, así como en el mismo cielo” es la mejor bendición
de la vida.
Tú
la musa de mi inspiración y yo el escritor, el uno para el otro, unidos siempre
y hasta el final. ¡Te amo más!
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