En una ciudad tan cosmopolita y multicultural como Bogotá, la capital de un país tan rico como Colombia, debería existir un sistema de transporte público digno, que este a la altura de las grandes capitales del mundo. Sin metro, sin vías adecuadas y sin administraciones honestas, la población se mueve como puede en la ciudad más grande del país cafetero.
Bogotá, recoge y acoge a millones de personas que provienen de todos los rincones de la geografía Nacional, acá se reúnen y conviven a diario los rolos, los costeños, los llaneros, los pastusos, los opitas, los paisas, los boyacenses, los vallunos, los santandereanos, indígenas, etc. y ahora hasta los miles de venezolanos que llegan desde el país hermano.
No es fácil hacer que la relación de estás culturas tan variadas y distintas entre si, logren estar en un ambiente de de cooperación, tolerancia, respeto, hermandad, etc. No es sencillo, pero se puede lograr. Sin embargo hay un problema gigantesco que daña cualquier buena intensión de colaboración y entendimiento mutuo en una metrópoli como Bogotá, la movilización, el transporte; el ejercicio de tomar un bus de Transmilenio o del SITP, para moverte de tu casa hacia el trabajo o viceversa, o de tu casa a cualquier lugar, puede terminar siendo tan incómodo como tormentoso.
Las administraciones del Sistema Integrado de Transporte Público SITP y Transmilenio, de Bogotá, son todo menos gente pensantes y que se preocupen por la ciudadanía del común. Las personas de a pie que día a día se movilizan por intermedio de sus buses, son las que mantienen con vida el sistema, por tal razón merecen un servicio digno, un servicio de calidad y de respeto, pero tristemente es todo lo contrario lo que reciben. El servicio de Transmilenio, principalmente es grotesco, pésimo e indignante.
No es que la idea sea mala, los tiempos de llegada de un punto a otro se reducen notablemente si te mueves en cualquier ruta de los buses rojos articulados. Entonces qué es lo malo? Lo que está realmente mal es la administración del sistema, la negligencia e ineficiencia y poca coherencia en los tiempos de salida de los articulados de cada portal o estación donde empieza cada operación. Estas demoras conllevan a que haya absurdas aglomeraciones de personas esperando tomar una ruta.
Realmente el tema no debería ser tan complicado, la adecuada organización en los tiempos de partida y la puesta en marcha de muchos buses que están en los parqueaderos sin hacer nada ayudarían a que todo mejorara. Es realmente estúpido tener que ver cientos de personas, mujeres embarazadas, niños, personas de la tercera edad, personas con alguna discapacidad física, y la ciudadanía en general, deben hacer interminables filas para tomar una ruta de Transmilenio, en los portales o estaciones, dónde debería ser algo sencillo y rápido, corren verdadero peligro de ser atropellados, pisoteados, aplastados, ultrajados, abusados y hasta robados.
No es solo que la interacción multicultural conlleve a que haya falta de tolerancia y cultura para convivir; la culpa es de la Alcaldía Mayor de Bogotá, La Defensoria del Pueblo, la Secretaria de Movilidad, El SITP y Transmilenio, los directos responsables de dar un manejo tan deshonesto a algo tan importante como el transporte público de la capital. Es la administración de Bogotá, quién debe hacerse responsable ya que tiene el monopolio del sistema, son los que incrementan precios exagerados cada año y en lugar de mejorar su servicio, empeora notablemente.
De poco sirve hacer campañas como 'Bogotá Mejor Para Todos' si a diario nos encontramos con el mayor problema y peor tormento para los habitantes de la capital como lo es la movilidad, el transporte público. Todo mundo sin excepción se queja por este tema a diario, los portales y las estaciones de Transmilenio viven constantemente las protestas y bloqueos de miles de personas que como se diría en el argot popular están 'mamadas' de este abuso administrativo, personas que se siente irrespetadas y robadas por lo que reciben a cambio de un alto costo en las tarifas, con mucha razón.
Para este 2018 el precio de un pasaje en Transmilenio es un exceso, a $2.300. Para una persona del común que trabaje de lunes a sábado, tendrá que gastar $110.400 por mes, si está persona devenga el SMLV $781.242, significa que solo en materia de transporte gasta el 14% de su salario. Una total exageración, algo que no se debería pagar así el servicio fuera bueno, así el servicio fuera digno, así el servicio fuera cómodo. No es justo que una persona gaste más del 10% de su sueldo en movilidad, aún más cuando se devenga un salario mínimo, como la gran mayoría de los trabajadores en la capital.
El precio de un pasaje de las rutas zonales del SITP será de $2.100, rutas donde muchos conductores hacen lo se les da la gana, manejan salvaje e irresponsablemente. No sé cómo se hará la contratación de los operarios de los buses azules, pero es realmente muy poco el personal del que uno puede hablar bien. Estos conductores tratan a los buses como cualquier cosa, andan a altas velocidades toman huecos, baches de la carretera y reductores de velocidad sin ninguna precaución, acaban con los buses y luego los usuarios pagan, y no paran en los lugares indicados. Pero eso no es nada, tras este hecho las personas son las que sufren, no se puede andar tranquilo en estas rutas, en cualquier momento se corre el riesgo de sufrir un golpe que te puede dejar sin aire, sin dientes o con la cara morada.
Mientras tanto la alegría de los costeños y los vallunos, el tesón de los boyacenses, opitas, caqueteños y pastusos, la elegancia y decencia de los rolos, la chispa de los paisas, el genio de los santandereanos y llaneros y hasta las ganas de los venezolanos, se tendrán que seguir viendo ofendidos, humillados y agraviados por este sistema de Transporte público irresponsable e indecoroso de Bogotá.
No es solo que la interacción multicultural conlleve a que haya falta de tolerancia y cultura para convivir; la culpa es de la Alcaldía Mayor de Bogotá, La Defensoria del Pueblo, la Secretaria de Movilidad, El SITP y Transmilenio, los directos responsables de dar un manejo tan deshonesto a algo tan importante como el transporte público de la capital. Es la administración de Bogotá, quién debe hacerse responsable ya que tiene el monopolio del sistema, son los que incrementan precios exagerados cada año y en lugar de mejorar su servicio, empeora notablemente.
De poco sirve hacer campañas como 'Bogotá Mejor Para Todos' si a diario nos encontramos con el mayor problema y peor tormento para los habitantes de la capital como lo es la movilidad, el transporte público. Todo mundo sin excepción se queja por este tema a diario, los portales y las estaciones de Transmilenio viven constantemente las protestas y bloqueos de miles de personas que como se diría en el argot popular están 'mamadas' de este abuso administrativo, personas que se siente irrespetadas y robadas por lo que reciben a cambio de un alto costo en las tarifas, con mucha razón.
Para este 2018 el precio de un pasaje en Transmilenio es un exceso, a $2.300. Para una persona del común que trabaje de lunes a sábado, tendrá que gastar $110.400 por mes, si está persona devenga el SMLV $781.242, significa que solo en materia de transporte gasta el 14% de su salario. Una total exageración, algo que no se debería pagar así el servicio fuera bueno, así el servicio fuera digno, así el servicio fuera cómodo. No es justo que una persona gaste más del 10% de su sueldo en movilidad, aún más cuando se devenga un salario mínimo, como la gran mayoría de los trabajadores en la capital.
El precio de un pasaje de las rutas zonales del SITP será de $2.100, rutas donde muchos conductores hacen lo se les da la gana, manejan salvaje e irresponsablemente. No sé cómo se hará la contratación de los operarios de los buses azules, pero es realmente muy poco el personal del que uno puede hablar bien. Estos conductores tratan a los buses como cualquier cosa, andan a altas velocidades toman huecos, baches de la carretera y reductores de velocidad sin ninguna precaución, acaban con los buses y luego los usuarios pagan, y no paran en los lugares indicados. Pero eso no es nada, tras este hecho las personas son las que sufren, no se puede andar tranquilo en estas rutas, en cualquier momento se corre el riesgo de sufrir un golpe que te puede dejar sin aire, sin dientes o con la cara morada.
Mientras tanto la alegría de los costeños y los vallunos, el tesón de los boyacenses, opitas, caqueteños y pastusos, la elegancia y decencia de los rolos, la chispa de los paisas, el genio de los santandereanos y llaneros y hasta las ganas de los venezolanos, se tendrán que seguir viendo ofendidos, humillados y agraviados por este sistema de Transporte público irresponsable e indecoroso de Bogotá.